¡Llegó OyD Ediciones!

Una forma diferente de publicar

En De la Ortografía y otros Demonios estamos orgullosos de anunciar el lanzamiento de un nuevo proyecto, OyD Ediciones, y queremos compartir la buena nueva con nuestros lectores.

Luego de cumplir 10 años corrigiendo textos, decidimos que era momento de ayudar a los autores a publicar lo que escriben. ¿Cómo? Ofreciéndoles una editorial de calidad, con la única condición de que todo lo que se publique sea corregido, para poder brindarle a la comunidad lectora libros de excelencia.

En esta nota de blog queremos contarles por qué decidimos crear OyD Ediciones y cómo funciona (brevemente) el mercado editorial en Argentina. Si querés saber cómo es nuestra forma de trabajo, hacé click aquí. Si te interesa la génesis de este proyecto, tomate 10 minutos para leer el siguiente texto.

En la actualidad, existen dos grandes grupos editoriales que concentran más de la mitad del mercado. Esos grupos se llaman Penguin Random House (PRH) y Grupo Planeta, y si bien tienen oficinas en Buenos Aires y manejan sus publicaciones desde el país, son parte de empresas multinacionales gigantes, con casas matrices en Alemania y España respectivamente. Quizás les resulte raro, porque solemos leer libros de muchas otras editoriales, como Sudamericana, Alfaguara, Lumen, Ariel, Paidós, Crítica, Aguilar, Debolsillo, Booket, etc. Bueno, todos esos en realidad no son editoriales, sino sellos, que pertenecen a cualquiera de estos dos grandes grupos.

Pero no estamos aquí para denunciar monopolios, duopolios o lo mal que se vive en la sociedad capitalista actual. Simplemente los mencionamos para dar un panorama de cómo está compuesto actualmente el mercado editorial argentino, y así explicar por qué es tan difícil llegar al gran público lector. Para simplificar, pensemos en una mesa (llena de libros, por supuesto). La mesa se sostiene por cuatro patas. Deformes, de tamaños diferentes, pero cuatro patas al fin, y los grandes grupos editoriales son solo una de estas patas.

Además de estos grandes grupos —que fueron deglutiendo editoriales exitosas y no tanto de décadas pasadas hasta convertirse en lo que son—, existe un interesante movimiento de editoriales independientes. La mayoría de estas editoriales surgieron después del 2001 y se consolidaron en el último tiempo, gracias a la calidad de sus textos y a su agrupación en cooperativas de distribución y ferias. El volumen de ventas de cada una de estas editoriales es bajo (son pocos los libros que venden más de mil ejemplares), pero sumadas, constituyen una pata cada vez más sólida. Para ver cuáles son, pueden mirar nuestro proyecto de Nueva Narrativa Argentina, donde leímos muchos libros de esta movida independiente.

La tercera pata del mercado editorial la componen las editoriales de nicho, esto es, editoriales técnicas, de viajes, religiosas, etcétera, que no suelen tener espacios destacados en las grandes librerías, pero que tienen una porción importante del mercado.

La última pata de esta mesa llena de libros es de la que queremos hablar. Se trata de la autopublicación, y está nucleada básicamente en tres empresas principales y en muchas otras más pequeñas, que se dedican a imprimir libros de autores que pagan por sus propias publicaciones. Este formato altera el modelo editorial habitual, que consiste en un editor seleccionando obras para publicar, haciéndose cargo de los costos de impresión y entregándole al autor un 10% de la venta de cada ejemplar. En las editoriales de autopublicación el sistema es al revés: el autor es quien elige la editorial y apuesta por su libro, comprando tantos ejemplares como crea que va a vender. La editorial en estos casos ofrece un servicio más limitado con respecto a las editoriales tradicionales, que en general termina siendo: diseño de tapa e interiores, trabajo de imprenta y entrega de ejemplares. Estas editoriales le dan la posibilidad al autor de corregir su libro, pero no se lo exigen, y por ende, son pocos los autores que lo hacen (en especial, porque cuesta dinero, que ya han invertido en grandes cantidades para imprimir su libro).

 

Dado este panorama, se preguntarán por qué alguien elegiría pagar para autopublicarse, si existen modelos gratuitos, que encima ofrecen un 10 por ciento de las ventas. La respuesta es simple: la concentración de editoriales en pocas manos hace que editar libros rara vez sea un buen negocio (o siquiera un negocio), por lo que se suele apostar a obras que de antemano prometan aunque sea algunas ventas. ¿Cómo se predice esto? Fácil: o se buscan autores ya probados, con un público consolidado, o se redirecciona la industria editorial vendiendo libros de personajes conocidos de otros lados, como el periodismo, la televisión, la política, los deportes o, más recientemente, las redes sociales.

Las editoriales independientes hacen un buen intento por dar a conocer obras de escritores inéditos, pero este mundo puede resultar un tanto endogámico, y no es tan sencillo como parece ingresar a él.

Las editoriales de nicho, por su parte, editarán solo libros de su interés específico, y quizás el autor no tenga para ofrecer una obra tan puntual.

Entonces el único camino que queda para ver su texto publicado en letras de molde alguna vez es la autopublicación.

Como correctores, nosotros hemos trabajado muchas veces con autores que iban por el camino de las editoriales de autopublicación. Como decíamos, las hay de distintos tipos, y no es nuestra intención hablar mal de nadie aquí. El problema evidente, de todos modos, es que estas editoriales funcionan gracias al gran caudal de trabajo que manejan, y las más grandes llegan incluso a publicar un promedio anual de una novedad por día (es decir, un libro nuevo por día, independientemente de la cantidad de ejemplares que se produzcan). Esto es demasiado para poder poner atención en los detalles, que quedan librados a la suerte de cada autor, desde los posibles errores en el texto hasta la distribución y la venta de ejemplares.

En nuestra experiencia, lo que vimos con los autores que acompañamos en estos procesos fue que el autor, desconocedor del mercado, se ilusionaba con la posibilidad de estar en la Feria del Libro (suelen ofrecer un lugar allí) y con la posible distribución en librerías (es escasa y rara vez alcanza una mesa de novedades, que es donde se venden los libros) y producía 200, 300 y hasta 500 ejemplares, con el costo que ello implicaba. Una vez que recibía las cajas con sus libros, y luego de pasada la emoción inicial de ver finalmente su obra en papel, descubría que tenía que venderlos, lo que inesperadamente puede resultar la etapa más difícil en la cadena editorial (¡con lo difícil que es escribir un libro!).

Sentado sobre su caja llena de libros, descubría que ni Yenny, El Ateneo o Cúspide estaban dispuestos a recibirlos (esas cadenas son como supermercados, y exigen un gran stock y una campaña de difusión, además de que no compran ningún libro sino que, eventualmente, toman en consignación). En las librerías medianas tenía el mismo problema, y en las chicas solo podía dejar de a uno o dos ejemplares, si es que conocía al librero y este se ofrecía a recomendar su libro a alguien o colocarlo en alguna vidriera. Conclusión: las ventas menguaban luego de haber convencido a familiares, amigos y conocidos de que compren su ejemplar, y de la caja de 500, quizás 300 seguían embalados.

Por supuesto, esta no es la experiencia de cada uno de los autores que se autopublica. Algunos se mueven más, tienen más renombre o dan en la tecla de algún tema sensible en el momento justo y logran mayor caudal de ventas, pero las personas que agotan su primera edición de autopublicación son un porcentaje mínimo de los que publican.

 

Planteados entonces los problemas de la calidad final de los libros autopublicados y de los altos costos de imprimir para luego no poder vender, pensamos qué podíamos hacer para ayudar a los autores que querían publicar pero que no querían demorar más tiempo esperando las respuestas de las editoriales tradicionales.

El modelo de autopublicación tal como estaba planteado no rendía, porque era antieconómico y antiecológico, y ya existían herramientas tecnológicas lo suficientemente buenas como para evitar estos dos escollos. ¿Cuáles? La venta online y la impresión bajo demanda.

A esta altura, la venta online la conocemos todos: consiste en una tienda digital que permite hacer transacciones virtuales, sin necesidad de un local físico. Esto nos permite vender nuestros productos potencialmente a todo el mundo, sin necesidad de pasar por una librería, en este caso.

¿Qué es la impresión bajo demanda o POD (Print On Demand)? Antiguamente, los libros se imprimían únicamente en offset, una tecnología que permite la mayor calidad de impresión con el menor costo posible. Sin embargo, esta técnica tiene la dificultad de que es complejo armar el plantado de un libro, por lo que reduce significativamente los costos por unidad cuanto mayor sea la tirada. Desde hace por lo menos diez años que existen las impresoras que permiten la impresión bajo demanda, con un costo unitario un poco más caro que el offset, y una calidad levemente menor (según los imprenteros, entre un 10 y 15% menor, algo casi imperceptible), pero que permite imprimir incluso de a un libro por vez, ya que no requiere mayor preparado para la impresión. Este sistema permite hacer tiradas de 100 o 200 ejemplares de manera económica, e incluso permite imprimir de a 20 libros sin que se dispare el costo por cada ejemplar. El offset, por su parte, sigue siendo usado para tiradas de a partir de 1.000 ejemplares.

Combinando ambas tecnologías, en OyD Ediciones apostamos a crear un nuevo sistema de autopublicación, que consiste en armar una preventa, para que el autor pueda saber con exactitud qué cantidad de libros tiene que producir antes de mandar a imprimir. Esto le permite, además, financiar la impresión, ya que cada lector estará pagando por su propio ejemplar. No importa si vende 5, 50 o 500 ejemplares: uno ya es suyo, y no tuvo que desperdiciar plata ni papel ni tinta imprimiendo libros para nadie. Además, la tienda online le permite que su libro esté siempre disponible para la venta, sin necesidad de ir a una librería, y gracias a que la impresión bajo demanda permite imprimir incluso un ejemplar, nunca se quedará sin stock.

Solucionado el problema de los costos de impresión y distribución, queríamos encarar el problema de la calidad de los textos. Y esto se mejora simplemente trabajando con especialistas. Por eso propusimos que lo que el autor se ahorre en impresión lo invierta en trabajo, tanto de edición como de diseño, para asegurarse de que su libro tenga la misma calidad que los que son publicados por editoriales tradicionales, y así poder mantener el prestigio de pertenecer a un sello editorial que cuida lo que publica y que no publica cualquier cosa (ver FAQ).

Esto es OyD Ediciones, una forma diferente de publicar. Para ver cómo funciona, hacé click aquí.

 

¡Llegó OyD Ediciones!